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“El pueblo tiene mucha hambre, ha sido pisoteado y humillado, ¡yo voy a luchar por su libertad!”

Enrique Pérez Mora o “El Tenebras”. Asesinado en Culiacán, Sinaloa el 16 de Junio de 1976 en un tiroteo con agentes de la Dirección Federal de Seguridad, tenía 25 años pero ya comandaba la LC23S.

“El Tenebras llegó en un vochito a la casa de seguridad de la Liga. Iba con otros tres, acababa de desayunar y estaba recién rasurado. Los de la Federal de Seguridad le habían puesto una trampa; estaban adentro y afuera de la casa Empiezan la balacera y le dan varios tiros al Tenebras que moribundo, reconoce a Max Toledo, uno de los tres federales que habían golpeado a su mamá recién operada y abusado de su esposa. El Tenebras se le abalanza a Max Toledo, lo abraza y antes de morir saca la pistola y le mete un balazo en la cabeza. Murió vengando a su madre y a su mujer.”

El Tenebras fue uno de los máximos dirigentes de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

Doña Mary madre de “El Tenebras”: Bueno, mi hijo y yo lo discutimos mucho, cuando Enrique me decía algunos años atrás: “Mamá, el pueblo tiene mucha hambre, ha sido pisoteado y humillado, ¡yo voy a luchar por su libertad!”. Diciéndole yo: “Mmm… m’ijo, te van a matar”, “¿Y eso qué, mamá? No por eso voy a eludir mi responsabilidad y compromiso”, me contestaba, plenamente convencido de su lucha. Bueno, me convenció y lo acompañé.

Ante la sorpresa del entrevistador, doña Mary le dijo:
—¿Y usted me pregunta que si valió la pena que me lo hayan asesinado? Bueno, que él haya muerto por sus ideales y por tratar de liberar a su pueblo, ¡si valió la pena! ¡Que me duele, me duele el alma, y lo lloro a diario! ¡Y usted me pregunta que si valió la pena! ¡Sí valió la pena! ¿Y que qué logramos? ¡El tiempo lo dirá!


Sus delitos:


-Atreverse a disentir, proponer y luchar por una alternativa socialista a la pobreza y miseria imperante en los años 70s.

-Aspirar a una sociedad en donde los beneficios y la riqueza sean para la mayoría, en donde los recursos se usen racionalmente y no en beneficio de un puñado de burgueses.

-Impulsar la educación y organización para la lucha en contra del sistema capitalista.

-Enfrentar con las armas al Estado.

Su preocupación: la emancipación de los trabajadores de los pobres del campo y la ciudad, de los mexicanos y del mundo.


también conocido como el rayo de Sinaloa nació en San Ignacio Sinaloa en un pueblo llamado el Chaco en el año de 1855, fue un bandido, pre-revolucionario y salteador de caminos, se dice que este personaje robaba a los ricos y hacendados para repartirlo entre la gente pobre.

Heraclio Bernal fue encarcelado en el puerto de Mazatlán al ser acusado de robarse unas barras de plata cuando trabajaba en unas de las minas en el pueblo Guadalupe de los Reyes. Poco tiempo después cuando se dio el movimiento Porfiriato con el Plan de Tuxtepec, así siendo beneficiado Francisco Cañedo para gobernador de Sinaloa, Heraclio Bernal fue liberado de la cárcel por el general Jesús Ramírez Terrón para que lo ayudara en la lucha contra el porfiriato al no ser beneficiado por ese movimiento de Porfirio Díaz.

En la cárcel conoció a un español socialista que le facilitó la lectura de textos de Marx, Bakunin, Lassalle, Saint- Simón, Owen y Proudhon, además de libros de sociólogos católicos alemanes. De esas lecturas, Bernal hizo una amalgama de ideas en las que concluía que "todas las riquezas eran producto del robo y los ricos unos ladrones, que tenían en la miseria a los trabajadores, legítimos dueños de las riquezas que con su sudor se producían".

Escapó como pudo de la cárcel y se dirigió a Guadalupe de los Reyes donde cobró venganza del traidor y luego reunió a un grupo de ex - compañeros de prisión y empezó a realizar sus primeros asaltos a diligencias de hacendados.

La mayor parte de su vida pasó combatiendo desde los inicios del Porfiriato en lugares de Sinaloa como Culiacán, Mazatlán y el Rosario entre otros, contra las injusticias que se cometían en México a causa del gobierno de Porfírio Díaz.

Para entonces el general Díaz había oído muchas historias acerca de este singular personaje por lo que ordenó una campaña en su contra, indicando que se lo trajeran vivo ante su presencia. Cuando Bernal ya controlaba toda la parte oriental del estado de Sinaloa, todo Tepic, el occidente de Durango, y la parte sur de Chihuahua. A su vez, el general Díaz ordenó la persecución de García de la Cadena quién fue aprehendido en Zacatecas, y muerto sin mayor consideración por el coronel Atenógenes Llamas, argumentando que había tratado de escapar.

Ante esta situación, Bernal comunicó a sus seguidores y a los del general García de la Cadena que él continuaría al frente de la revolución lanzando su Plan de Conitaca en 1887, bajo el lema de " Justicia y Libertad", en el que figuraba en primer término el desconocimiento de Díaz como presidente, la promesa de redimir al pueblo trabajador de la condición de esclavo en que se hallaba hasta entonces, instruyéndolo, mejorando sus salarios y moralizándolo, se pedía además la supresión de las Jefaturas Políticas, por estar servidas por bandidos, se condenaba la campaña de despojo emprendida por el gobierno contra la nación yaqui, a la que le prometía devolverle sus tierras, se protestaba contra la ley de Baldíos expedida recientemente y se hacían otras promesas, entre ellas las de " no reelección".

A causa de que el gobierno de Mazatlán ofrecía una cantidad de diez mil pesos por la captura o muerte de Heraclio Bernal, murió el 5 de enero del año de 1988 en los combates con las tropas del ejército federal.

En realidad se cuestiona mucho del lugar y como murió Heraclio Bernal ya que no hay documentos oficiales de la vida de este personaje porque el gobierno nunca le dio un lugar en la historia oficial de México como se merecía, y solo se encuentra información de el en los varios de los corridos que le compusieron al morir y de los relatos de los pueblos y unos cuantos de los archivo del Porfiriato.
Hay diferentes versiones del lugar y el cómo murió Heraclio, se dice que murió en el puerto de Mazatlán pero también se cuenta que murió en los combates contra el porfiriato en el Rosario Sinaloa.

Una de los relatos populares fue que Heraclio se enfermó de pulmonía cuando una nevada lo sorprendió en su recorrido. Se dice que cuando Heraclio se encontraba muy enfermo al borde de la muerte, le pidió a su compadre Crispín García que lo matara el mismo para que cobrara los diez mil pesos que ofrecía el gobierno de Mazatlán como recompensa por la captura o muerte de Bernal.

Otra de las versiones famosas, es que su propio compadre Crispín García lo traiciono entregándolo al gobierno para recibir los diez mil pesos que daba el gobierno de Mazatlán por la captura de Bernal.

Por muchos años Heraclio Bernal Fue muy temido por los ricos del puerto de Mazatlán ya que bajaba de la sierra para asaltar los caminos y así ayudar a los pobres de los pueblos, hasta se cree que el mismo Francisco Villa admiró y se inspiró en este personaje en sus inicios de revolucionario.

Así fue como la revolución en México fue dándose en varias partes del país hasta estallar por completo en el año de 1910.

Este personaje al igual que Francisco Villa y Emiliano Zapata, más que una historia quedaron como una leyenda de México sin olvidar a todos los revolucionarios que lucharon junto con ellos.

Ahora ricos de la costa
Ya no morirán de susto
Ya Mataron a Bernal
Ahora dormirán a gusto.

Más info: http://codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/YR4GV6NMK89UF6RS4T6R42BGQ55M5N.pdf

"Cuidado mexicanos:

Ha llegado la hora de conocer a los hombres con el corazón bien puesto; ha llegado el día en que los esclavos se levanten como un solo hombre reclamando sus derechos pisoteados por los poderosos. Hermanos: ha llegado el momento de despejar el campo, de pedir cuentas a los que siempre nos las han exigido; es el día de imponer deberes a quienes sólo han querido tener derechos.

Vamos a una contienda de sangre. Pero qué importa, si esta sangre generosa fertilizará nuestros campos, dará exuberancia a las plantas y dejará un rastro a la humanidad del futuro.

Infinidad de años y de siglos hemos caminado penosamente agobiados por el cansancio, por la miseria, por la ignorancia y por la tiranía, y el día de la venganza sagrada es con nosotros.

¿Qué poseemos sobre la superficie del planeta, los que vivimos clavados en el trabajo? ¿A quién deja beneficio el sudor de nuestras frentes, las lágrimas de nuestros ojos, el dolor de nuestras espaldas, el cansancio de nuestros brazos, la fatiga de nuestros pies y la angustia de nuestros corazones? ¿Quién ha pensado alguna vez en recoger lo que siembra, cuando todo se nos arrebata?

Los que se han aprovechado de nuestra debilidad física, moral e intelectual, se llaman latifundistas o terratenientes o hacendados. Los que pacientemente nos hemos dejado arrebatar lo que nos corresponde, nos llamamos trabajadores o proletarios o peones. Los peones hemos entregado nuestras vidas e intereses a los hacendados, y éstos nos han sometido a los mayores abusos; han establecido un régimen de explotación por el que estamos condenados a no disfrutar de la vida. ¿En qué consiste el régimen de explotación establecido? Es un sistema que exclusivamente se dirige a mancillar la existencia de un peón. Nuestros padres fueron comprados por la hacienda, al precio de un real diario de jornal, y como no era posible poder subsistir con un real, porque en los mercados establecidos en las haciendas se compraban los artículos a los precios más exagerados, aun aquellos artículos que nosotros producimos con nuestra mano, mes por mes y año por año, se iba haciendo una deuda, a cargo de nuestros padres. ¿Quién podría solventar aquella deuda, cuando el jornal no pasaba de ser el misérrimo real? ¿Quién había de prestar a nuestros padres para cubrir sus adeudos? ¿Quién les había de abrir crédito, cuando el crédito siempre está en manos de los detentadores de la producción?

Cuando nosotros venimos a este mundo nos encontramos con que las deudas de nuestros padres pasaban a nuestro cargo, y que, por lo visto, habíamos nacido esclavos y con la obligación de seguir trabajando en el mismo ligar, bajo el mismo sistema, a título de cubrir la famosa deuda. Pero nuestro jornal tampoco aumentaba; nuestro crédito tampoco se abría y teníamos que conformarnos con la misma situación.

Y quién ha cooperado a mantenernos en el silencio, en la humillación, en la ignorancia y en la esclavitud: la Iglesia, y solamente la Iglesia, que por medio de sus hipócritas misiones, ha tejido la mentira de la salvación espiritual en un lugar que no es la tierra. Nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras esposas y nuestras hijas, rezan con fervor pidiendo a todos los santos que nos salven de esta situación horrenda.

Más todo ha sido en vano, porque según ellos, los frailes, hemos venido a padecer a este valle de lágrimas, y tenemos que esperar para que en el cielo nos premien la resignación. Lo más curioso del caso es que los que nos piden resignación son los que menos se resignan a una existencia penosa, ya que han adquirido propiedades inmensas, las han explotado a sus anchas y con grandes beneficios, y también con toda paciencia nos han explotado, han comido opíparamente el sudor de nuestra frente.

Los curas nos han engañado profanando la doctrina del gran Cristo, a quien hay que reivindicar, ya que sus promesas de caridad, de paz y de concordia siempre han sonado en nuestros corazones con inmensa alegría. Por desgracia, no ha llegado el momento de hacerlas efectivas, porque sus llamados representantes desempeñan el papel de Judas, que el Cristo bondadoso siempre condenó, por ser el mal frente a la razón que predicaba.

Que reine la religión, pero nunca la Iglesia y menos los curas. Por eso las leyes de Reforma a las que nosotros apoyamos desde hoy y para siempre, son tan grandes y tan bellas; lástima que no se practiquen en todo su rigor, debido a que los mismos gobiernos que las proclaman hacen, al fin, causa común con los enemigos del pueblo, víctima de traiciones.

En el Estado libre y soberano de Puebla se ha visto que los curas han acarreado con todo para los altares, y después para sus casas. Han llevado grano por grano de nuestras cosechas, diciéndonos que cada grano era una indulgencia que se concedería a nuestros pecados en la otra vida, y así, de acuerdo con los hacendados, nos han dejado en la ruina más espantosa.

Si los curas son malos, también lo son todos los hombres que mandan. ¿Qué diremos de eso que hemos dado en llamar Gobierno, y es tiranía? ¿Donde está el Gobierno bueno?

Juárez, a pesar de llamarse republicano y enemigo de la Iglesia, es mocho y un déspota: es que todos los gobiernos son malos.

Por eso, ahora nos pronunciamos contra todas las formas de gobierno: queremos la paz y el orden.

Hemos pedido tierras y Juárez nos ha traicionado. ¿Por qué no tener el pedacito de tierra que labramos? ¿Con qué derecho se han apropiado algunos individuos, unos cuantos, de la tierra que debería ser de todos?

¿Quién ha sido ese atrevido que con lujo de fuerza se hizo señalar sus propiedades, cuando la tierra no tenía más dueño que la naturaleza?

Los hacendados han sido los hombres fuertes que, validos del ejército que ellos mismos sostienen para asegurar propiedades, han señalado sus posesiones en los lugares que han deseado, sin que el pueblo proteste.

Habíamos creído que el triunfo de la República sería el verdadero triunfo del pueblo, ya que todos los hacendados se habían refugiado en los faldones del imperio; pero con suma tristeza hemos visto que estos mismo hacendados han tenido refugio en los faldones de la República, lastimándose así los intereses que deberían ser inviolables: los de los pobres. Esto indica que es menester emprender una lucha más racional, que venga a asegurar lo que nosotros queremos.

¿Qué queremos?

Hermanos nuestros:

Queremos el socialismo, que es la forma más perfecta de convivencia social; que es la filosofía de la verdad y de la justicia, que se encierra en esta tríada inconmovible: libertad, igualdad y fraternidad.

Queremos destruir radicalmente el vicioso estado actual de explotación que condena a unos a ser pobres y a otros a disfrutar de las riquezas y del bienestar; que hace a unos, miserables, a pesar de que trabajan con todas sus energías, y a otros, les proporciona la felicidad en plena holganza.

Queremos la tierra para sembrar en ella pacíficamente y recoger la cosecha tranquilamente, quitando desde luego el sistema de explotación; dejando en libertad a todos para que siembren en el lugar que más les acomode, sin tener que pagar tributo alguno, contando con libertad para reunirse en la forma que más les acomode, sin tener que pagar tributo alguno, contando con libertad para reunirse en la forma que más crean conveniente, formando grandes o pequeñas sociedades agrícolas que se vigilen en defensa común, sin necesidad de un grupo de hombres que les ordene y castigue.

Queremos abolir todo lo que sea señal de tiranía entre los mismos hombres, viviendo en sociedades de fraternidad y mutualismo y estableciendo la República Universal de la Armonía.

Pueblo Mexicano:

Este es nuestro plan sencillo, que haremos triunfar en alguna forma y en pos del verdadero triunfo de la libertad.

Seremos perseguidos: tal vez acribillados ¡No importa!, cuando en nuestro pecho laten esperanzas. Qué más tenemos en nuestra vida, si no morir antes que seguir perpetuando el agobio de la miseria y de los padecimientos. Se nos desprecia como liberales, se nos mancilla como socialistas y se nos condena como hombres. Es indispensable salvar el momento, y levantar nuestros esfuerzos en torno de esa sacrosanta bandera de la revolución socialista, que dice desde lo más alto de la República: ¡Abolición del gobierno y de la explotación!.

Alcemos nuestra cara buscando con serenidad nuestra salvación, que radica en nosotros mismos.

Queremos tierras, queremos trabajo, queremos libertad. Necesitamos salvarnos de todos los padecimientos, necesitamos salvar el orden, en fin, lo que necesitamos es el establecimiento de un pacto social entre los hombres a base de respeto mutuo.

¡Viva el socialismo! ¡Viva la libertad! ".

Julio López Chávez, 1868, México
Fue fusilado, calificado de “comunista, asesino y gavillero”.

Julio López se había levantado en armas para reemplazar al gobierno que creía corrupto colaborador de los hacendados, por poblados con gobiernos autónomos. Con un pequeño grupo de seguidores había invadido las haciendas en la zona de Chalco y Texcoco. Después de ser detenido por los soldados e indultado por el gobierno, extendió sus actividades a Morelos en el sur, al este en San Martín Texmelucan y al oeste hasta Tlalpan.

Julio López Chávez o Julio Chávez López, nacido en San Francisco Acuatla, encabezó la protesta contra la aplicación de las Leyes de Reforma que enajenaban las tierras comunales a las haciendas en perjuicio de los indígenas y campesinos antes dueños de esas tierras.
El 16 de enero de 1868, Julio López publicó desde su “cuartel general republicano”, reunido la mayor parte del pueblo, un manifiesto llamado “República y Patria Mexicana”, dirigido al presidente Juárez en el que le pidió que se reformara la propiedad agraria con apego a los títulos originales de los pueblos.

…“nadie nació para servir a otro, todo el que tiene espedito el uso de su razón y no se ha contaminado con los vicios, tiene derecho a designar a quienes han de cuidar de los intereses comunes a todos los hombres… (pese al ) partido inercia que sanciona lo más monstruoso con su silencio criminal, que siempre recibe la ley del más audaz por egoísmo, por su cobardía y por su vergonzosa ignorancia.

Esta es la causa de que viven muchos pueblos en la mayor miseria… nosotros arrojamos hoy este partido inercia y reclamamos nuestros derechos, nuestras propiedades antiguas que tantos años ha nos tienen usurpadas los hacendados… que presenten sus títulos los pueblos y los hacendados, y se verá que los más antiguos son de los pueblos, y en vista de ellos se nos ponga en posesión, dejándoles en su propiedad legítima.”

Por lo anterior solicitaron a Benito Juárez “se sirva mandar decretar que en todos los pueblos de la República que se componen la mayor parte de indígenas, que reconozcan sus derechos de propiedad terrenal, aguas y montes por medio de la razón y la justicia, según sus títulos y desde luego, poniéndoles en posesión… si por desgracia compraren los hacendados al ejército brillante republicano, por eso los pueblos tienen en sus torres campanas para bajarlas y fundirlas para piezas de artillería, para sostener el decreto… hasta morir o vencer… porque hemos jurado ya ante Dios y ante los hombres.”

Al fracasar sus gestiones ante las autoridades liberales, ideológicamente opuestas a la propiedad comunal, cumplió su amenaza e inició una guerra de los pueblos de San Francisco Acuautla, Coatepec y San Vicente Chicoloapan de Chalco y lugares aledaños contra las haciendas, en la que como era un elocuente orador, atraía a los campesinos prometiéndoles las tierras de las haciendas. Y así lo hacía, conforme se apoderaba de una hacienda, distribuía la tierra entre los campesinos. Con este apoyo pudo vencer varias veces al ejército y escapar.

El 23 de marzo de 1868 ingresó preso a la ex Acordada y fue puesto a disposición del Juez 3° de lo criminal junto con María Trinidad Juárez, Simón Arriaga, Mariano Vargas; Serapio Ortiz y Modesto Estrada. Ante el clamor popular, que no podía ignorar la justicia de su causa, y la obligación moral que sentían los liberales de defender a las comunidades indígenas, fue indultado por las autoridades juaristas.

El 29 de mayo de 1868 saqueó la Hacienda de Buena Vista, propiedad de Mariano Riva Palacio, se llevó los caballos y repartió las tierras a los indígenas que lo siguieron en el ataque. Asimismo, autoproclamado general en jefe, ordenó al dueño de la hacienda de Aschalco no trabajar en ella ni en el monte, ya que para él los verdaderos dueños eran los campesinos que vivían en los pueblos vecinos.
Y enseguida, dio cuenta un periódico de entonces. “El cabecilla comunista Julio López, correspondiendo al indulto que hace poco se le concedió, como suelen los revolucionarios de oficio, ha vuelto a aparecer con su gavilla en el distrito de Chalco… dispone a su arbitrio de las personas y propiedades, y lo peor es que no hay tropas que lo persigan y goza de completa impunidad”.
Finalmente, Julio estableció su campamento en Actopan; ahí fue sorprendido, derrotado y capturado nuevamente por el ejército juarista.
En el patio de la Escuela Moderna, que él mismo contribuyó a formar, a las diez de la mañana, es pasado por las armas en Chalco conforme a la ley del 6 de diciembre de 1856. Antes de que dispararan los fusiles sobre su cuerpo, gritó: “¡Viva el socialismo!”.

El movimiento campesino de Julio López Chávez, que hoy muere fusilado, se extenderá hasta Yucatán al ser deportados a ese estado quince de sus seguidores, que después de rebelarse en contra de su incorporación al ejército, serán pasados por las armas el 24 de febrero de 1869. Así, el movimiento de Julio López será el primero en la historia de México, que demandará la reorganización de la sociedad y que luchará por la formación de sociedades agrícolas autónomas. Para muchos, se adelantó cuarenta años a la lucha de los zapatistas.

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