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Conozca la historia del hombre que intentó derrocar a Benito Juárez.

Fue fusilado, calificado de “comunista, asesino y gavillero”.

Julio López se había levantado en armas para reemplazar al gobierno que creía corrupto colaborador de los hacendados, por poblados con gobiernos autónomos. Con un pequeño grupo de seguidores había invadido las haciendas en la zona de Chalco y Texcoco. Después de ser detenido por los soldados e indultado por el gobierno, extendió sus actividades a Morelos en el sur, al este en San Martín Texmelucan y al oeste hasta Tlalpan.

Julio López Chávez o Julio Chávez López, nacido en San Francisco Acuatla, encabezó la protesta contra la aplicación de las Leyes de Reforma que enajenaban las tierras comunales a las haciendas en perjuicio de los indígenas y campesinos antes dueños de esas tierras.
El 16 de enero de 1868, Julio López publicó desde su “cuartel general republicano”, reunido la mayor parte del pueblo, un manifiesto llamado “República y Patria Mexicana”, dirigido al presidente Juárez en el que le pidió que se reformara la propiedad agraria con apego a los títulos originales de los pueblos.

…“nadie nació para servir a otro, todo el que tiene espedito el uso de su razón y no se ha contaminado con los vicios, tiene derecho a designar a quienes han de cuidar de los intereses comunes a todos los hombres… (pese al ) partido inercia que sanciona lo más monstruoso con su silencio criminal, que siempre recibe la ley del más audaz por egoísmo, por su cobardía y por su vergonzosa ignorancia.

Esta es la causa de que viven muchos pueblos en la mayor miseria… nosotros arrojamos hoy este partido inercia y reclamamos nuestros derechos, nuestras propiedades antiguas que tantos años ha nos tienen usurpadas los hacendados… que presenten sus títulos los pueblos y los hacendados, y se verá que los más antiguos son de los pueblos, y en vista de ellos se nos ponga en posesión, dejándoles en su propiedad legítima.”

Por lo anterior solicitaron a Benito Juárez “se sirva mandar decretar que en todos los pueblos de la República que se componen la mayor parte de indígenas, que reconozcan sus derechos de propiedad terrenal, aguas y montes por medio de la razón y la justicia, según sus títulos y desde luego, poniéndoles en posesión… si por desgracia compraren los hacendados al ejército brillante republicano, por eso los pueblos tienen en sus torres campanas para bajarlas y fundirlas para piezas de artillería, para sostener el decreto… hasta morir o vencer… porque hemos jurado ya ante Dios y ante los hombres.”

Al fracasar sus gestiones ante las autoridades liberales, ideológicamente opuestas a la propiedad comunal, cumplió su amenaza e inició una guerra de los pueblos de San Francisco Acuautla, Coatepec y San Vicente Chicoloapan de Chalco y lugares aledaños contra las haciendas, en la que como era un elocuente orador, atraía a los campesinos prometiéndoles las tierras de las haciendas. Y así lo hacía, conforme se apoderaba de una hacienda, distribuía la tierra entre los campesinos. Con este apoyo pudo vencer varias veces al ejército y escapar.

El 23 de marzo de 1868 ingresó preso a la ex Acordada y fue puesto a disposición del Juez 3° de lo criminal junto con María Trinidad Juárez, Simón Arriaga, Mariano Vargas; Serapio Ortiz y Modesto Estrada. Ante el clamor popular, que no podía ignorar la justicia de su causa, y la obligación moral que sentían los liberales de defender a las comunidades indígenas, fue indultado por las autoridades juaristas.

El 29 de mayo de 1868 saqueó la Hacienda de Buena Vista, propiedad de Mariano Riva Palacio, se llevó los caballos y repartió las tierras a los indígenas que lo siguieron en el ataque. Asimismo, autoproclamado general en jefe, ordenó al dueño de la hacienda de Aschalco no trabajar en ella ni en el monte, ya que para él los verdaderos dueños eran los campesinos que vivían en los pueblos vecinos.
Y enseguida, dio cuenta un periódico de entonces. “El cabecilla comunista Julio López, correspondiendo al indulto que hace poco se le concedió, como suelen los revolucionarios de oficio, ha vuelto a aparecer con su gavilla en el distrito de Chalco… dispone a su arbitrio de las personas y propiedades, y lo peor es que no hay tropas que lo persigan y goza de completa impunidad”.
Finalmente, Julio estableció su campamento en Actopan; ahí fue sorprendido, derrotado y capturado nuevamente por el ejército juarista.
En el patio de la Escuela Moderna, que él mismo contribuyó a formar, a las diez de la mañana, es pasado por las armas en Chalco conforme a la ley del 6 de diciembre de 1856. Antes de que dispararan los fusiles sobre su cuerpo, gritó: “¡Viva el socialismo!”.

El movimiento campesino de Julio López Chávez, que hoy muere fusilado, se extenderá hasta Yucatán al ser deportados a ese estado quince de sus seguidores, que después de rebelarse en contra de su incorporación al ejército, serán pasados por las armas el 24 de febrero de 1869. Así, el movimiento de Julio López será el primero en la historia de México, que demandará la reorganización de la sociedad y que luchará por la formación de sociedades agrícolas autónomas. Para muchos, se adelantó cuarenta años a la lucha de los zapatistas.

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